Fiel y justo

 
 
   
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Si Dios no nos tratara a nosotros, de la misma manera que trató a Nínive o a Sodoma y Gomorra, entonces sería un Dios injusto.

¿Por qué Dios sanó la tierra de Nínive y en cambio, destruyó a Sodoma y Gomorra?

Al leer estas dos historias podemos darnos cuenta de cómo es que Dios es misericordioso, pero también es justo.


La respuesta es muy sencilla:
Después de recibir el mensaje que venía de parte de Dios, los habitantes de Nínive se arrepintieron, pero los habitantes de Sodoma y Gomorra decidieron seguir en su pecado.
Al pueblo de Nínive Dios lo perdonó, al pueblo de Sodoma y Gomorra Dios los destruyó.

El arrepentimiento lleva a la vida; el pecado lleva a la muerte. Una y otra vez podemos ver este mensaje a lo largo de toda la lectura de la Biblia.

Dios puede destruir a cualquier pueblo que viva en maldad sin previo aviso, pero en el caso de Nínive, Dios decidió enviarles a un profeta, a Jonás, para que les advirtiera.

1 Vino palabra del Señor a Jonás, hijo de Amitai, diciendo: 2 Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad, y proclama contra ella, porque su maldad ha subido hasta mí.
3 Pero Jonás se levantó para huir a Tarsis, lejos de la presencia del Señor.
Jonás 1:1-2

Aunque conocemos la historia, sabiendo que Jonás en un principio no quiso obedecer a Dios, sino que decidió huir a Tarsis; finalmente al encontrarse en la oscuridad apartado del Todopoderoso, decide clamar al Señor y Él le responde librándolo de la angustia al encontrarse solo, dentro del gran pez.

Después de que Jonás fue liberado:

1 Vino palabra del Señor por segunda vez a Jonás, diciendo: 2 Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré.
3 Y Jonás se levantó y fue a Nínive conforme a la palabra del Señor. Y Nínive era una ciudad sumamente grande, de un recorrido de tres días. 4 Jonás comenzó a recorrer la ciudad camino de un día, y proclamaba, diciendo: Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada.

5 Y los habitantes de Nínive creyeron en Dios, y proclamaron ayuno y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos.
6 Cuando llegó la noticia al rey de Nínive, se levantó de su trono, se despojó de su manto, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. 7 E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por decreto del rey y de sus grandes, diciendo: Ni hombre ni bestia, ni buey ni oveja prueben cosa alguna; no pasten ni beban agua, 8 sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios con fuerza, y vuélvase cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos.
9 ¡Quién sabe! Quizá Dios se vuelva, se arrepienta y aparte el ardor de su ira, y no perezcamos.

10 Y vio Dios sus acciones, que se habían apartado de su mal camino; entonces se arrepintió Dios del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo
Jonás 3:1-10.

La máxima autoridad, el rey de Nínive, creyó el mensaje que venía de parte de Dios, y exhortó al pueblo a volverse de su mal camino; confiando en que Dios podría apartar su ira de ellos… y así fue. Dios vió que se habían apartado del mal y decidió no destruirlo.

Dios es un Dios que desea bendecirnos, Él desea que busquemos su rostro, que le creamos, que nos apartemos del mal y Él nos perdona.

El pueblo de Nínive se aparto del mal y Dios lo perdonó, aún y que ya había decidido destruirlos. En cambio, la historia de Sodoma y Gomorra fué muy diferente.

En el próximo mensaje estaremos viendo la destrucción de Sodoma y Gomorra porque no quisieron reconocer su pecado y escuchar el mensaje de Dios.

5 Y este es el mensaje que hemos oído de El y que os anunciamos: Dios es luz, y en El no hay tiniebla alguna.
6 Si decimos que tenemos comunión con El, pero andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad; 7 mas si andamos en la luz, como El está en la luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado.
8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. 9 Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad.
10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a El mentiroso y su palabra no está en nosotros.
1 Juan 1:5-10

«Padre nuestro, que estás en el cielo, derrama de tu Espíritu Santo sobre nuestra ciudad; así como lo hiciste en el Pentecostés; trae convicción de pecado y dános el don de arrepentimiento para volvernos de nuestros malos caminos, orar, buscar tu rostro y así puedas venir y sanar nuestra tierra, te lo pedimos en el nombre de Jesús.
Levanta en autoridad a un hombre cómo el rey de Nínive, que proclamó tu Palabra y exhortó al pueblo a volverse de sus malos caminos.
En Ti confiamos, sabiendo que si no obedecemos Tu Palabra, corremos el riesgo de ser destruídos, pero si nos volvemos a Tí, Tu nos perdonarás y derramarás bendición sobre nuestras familias y ciudad hasta que sobreabunden.
Gracias Jesús, porque sabemos que Tu has venido a darnos vida, y vida en abundancia.»

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