En su infinita misericordia

 
 
   

Por Ani Garza T
Noviembre 11, 2012

Hoy en la mañana que estábamos en el estudio bíblico, leíamos el siguiente pasaje de Pablo a los Tesalonicenses:

6 Porque después de todo, es justo delante de Dios retribuir con aflicción a los que os afligen, 
7 y daros alivio a vosotros que sois afligidos, y también a nosotros, cuando el Señor Jesús sea revelado desde el cielo con sus poderosos ángeles en llama de fuego,
dando retribución a los que no conocen a Dios, y a los que no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesús. 
Estos sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder,
10 cuando El venga para ser glorificado en sus santos en aquel día y para ser admirado entre todos los que han creído; porque nuestro testimonio ha sido creído por vosotros.
2 Tesalonicences 1:6-10

Recordé como algunas personas creen y dicen que Dios, en su infinita misericordia salvará a todos.  Pero al leer este pasaje, podemos comprender que aunque Dios sí es un Dios de misericordia, habrá muchos que sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor.

¿Por qué es importante comprender esto? Porque es un tema de vida eterna. Por supuesto que Dios es un Dios de misericordia, pero solamente para los que se arrepienten de su pecado, se vuelven de sus malos caminos y reciben la Salvación por medio del Evangelio, o las buenas noticias de nuestro Señor Jesús.

La Biblia dice que los que no conocen a Dios, sufrirán el castigo de eterna destrucción.  Es en este mundo en dónde necesitamos buscar el rostro del Señor y conocerlo por medio de Su Palabra.  Muchos creen que hay que morir primero para poder conocer a Dios, y otros se hacen un dios a la medida sin conocer realmente al Verdadero. Si hoy no buscas con todo tu corazón el conocer a Dios, a la hora de tu muerte quizá sea demasiado tarde.

Reflexionemos…, que aunque Dios es un Dios de infinita misericordia; si aún no lo hemos hecho el Señor de nuestra vida, Él sigue tocando a la puerta de nuestro corazón para que le demos entrada y lo podamos conocer de una forma personal.  Busquémoslo hoy de todo corazón, arrepintámonos de nuestra incredulidad, para no llevarnos la sorpresa en el día en que estemos en el lecho de muerte clámando “Señor, Señor déjame entrar al cielo…”, y Él nos conteste… “Apartaos de mí, nunca os conocí”.  No seamos incrédulos a Su Palabra.

5 Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, 
Juan 11:25

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