¿CÓMO DEBO AMAR A MI MARIDO?

 
 
   

¿CÓMO DEBO AMAR A MI MARIDO?
Por Gustavo Mata

Por lo regular, a los hombres es más sencillo que a las mujeres de complacer en lo que al amor se refiere. Algunos “estudiosos” afirman que la fórmula es “amor, sexo y comida”, es decir que asumen que el varón no necesita más que eso para sentirse amado, mientras que en el caso de la mujer la fórmula contempla una serie de elementos interminables. Sin embargo pese a que esta aseveración es incorrecta, esta parte de la misma imagen que la sociedad proyecta del varón, pues a lo largo de la historia el hombre refleja el valor, la frialdad, la dureza de corazón, y otra serie de “atributos” que lejos están de reflejar la verdadera característica de este género, ya que en su condición humana, al igual que la mujer tiene fuertes necesidades afectivas, tanto de dar amor, como de recibirlo.

No podemos apartarnos del hecho que la naturaleza del hombre esta orientada hacia la objetividad, de ahí que el varón responde mejor a los estímulos que puede percibir con claridad, sean visuales, auditivos, táctiles, olfativos y gustativos. Mientras que la naturaleza de la mujer está mayormente orientada hacia la subjetividad, reaccionando a estímulos tales como el romanticismo, los detalles, las palabras bonitas, etc..

La Palabra de Dios enseña lo siguiente:

 

“22Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 25Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. 28Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, 30porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. 32Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. 33Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.(Efesios 5:22-33).

En el pasaje anterior podemos ver que tanto el varón como la mujer tienen obligaciones dentro del matrimonio, estas las podemos resumir en una sola palabra: “AMARSE”.

 

Por lo tanto, así como el hombre tiene la obligación delante de Dios de comprender las necesidades afectivas (y subjetivas) de su mujer, las esposas, por su parte tienen la obligación de comprender las necesidades afectivas (y objetivas) del esposo.

Dada la naturaleza del varón, a este le agrada que su esposa siempre luzca bella para él, lo que implica que la mujer debe hacer un esfuerzo por agradar a su esposo en este sentido. En el aspecto sexual, la fisiología del hombre le demanda mayor deseo sexual. Observa el siguiente pasaje de 1 de Corintios 7:1-9:

 1En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; 2pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido”.

En esta porción se reconoce la necesidad sexual en ambos sexos

 

3El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. 4La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. 5No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia”

 

A ambas partes se les instruye el deber de cumplir con la relación sexual, resaltando que uno tiene potestad sobre el cuerpo del otro ordenando que no se nieguen uno al otro para tener relaciones sexuales cuando cualquiera de las partes lo deseé.

 

“8Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; 9pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando.”

Esta porción es muy interesante, pues ser dirige a los solteros (varones) y a las viudas (mujeres), la razón estriba en la naturaleza de ambos, pues el varón pese a ser “virgen”, su fisiología le provoca fuerte necesidad sexual, de ahí que el apóstol recomienda “si ya no puedes controlarte, cásate”, en muchas de las parejas de novios que caen en fornicación, está fue mayormente promovida por el varón. En cuanto a la mujer, su necesidad sexual es de menor intensidad y regularmente se acrecienta una vez que tiene la experiencia de practicarlo. Esto nos muestra la razón por la cual, las mujeres que no han experimentado la relación sexual pueden más fácil que el varón controlar esta necesidad.

Al igual que la mujer, el hombre necesita saberse, y sentirse amado, lo que percibe cuando la mujer se arregla para él, no se niega sexualmente y es complaciente en este aspecto, le ofrece muestras de amor (cariños y apapachos), respeta su autoridad, le toma en cuenta para tomar decisiones, etc.. Cada hombre al igual que cada mujer es diferente en relación a sus necesidades afectivas particulares y la mejor manera de prodigar al cónyuge el amor que requiere es platicando abiertamente del tema.

Algunas mujeres, estiman prácticamente imposible agradar a sus maridos pues sus cuerpos han sufrido cambios importantes, por lo que dicen que no hay nada que hacer. A ellas y ellos debemos recordarles que el amor es un ejercicio de voluntad, por lo que todo aquel que camina bajo la voluntad y dirección de Dios, reconoce que no es la apariencia externa la que nos hace amar a la persona, sino la interna. Sin embargo, siempre resulta grato una bella imagen, por lo que aun las mujeres que se sienten así, pueden lucir bellas para sus esposos.

La comunicación clara y abierta es indispensable y fundamental, ambos deben cuestionarse uno al otro que esperan entre sí y ser flexibles para atenderse mutuamente.

Ninguno busque su propio bien, sino el del otro

 (1 Corintios 10.24)

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3 respuestas a ¿CÓMO DEBO AMAR A MI MARIDO?

  1. María Rodríguez dijo:

    Muy lindo y muy edificante… Es bueno contar con artículos como este, amo a mi esposo y deseo ser una buena esposa para él. Bendiciones a todos.

  2. dwd hth dijo:

    buena informacion basada en nuestro señor Jesus.
    gracias,

  3. Ligia Madrigal dijo:

    La informacion compartida es excelente gracias y muchas bendiciones

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