Batallando para perdonar

 
 
   

Por Ana Maria GT
Abril 5, 2011

Sabes cuantas relaciones rotas, familias destrozadas por la falta de perdón? …
Que triste es que una falta de perdón destruya lo mas valioso que tenemos, nuestra relación con nuestro Padre Celestial y con las personas que mas amamos, nuestra familia y nuestras amistades.

Por qué es tan dificl perdonar? Por qué es que batallamos tanto para otorgar el perdón a quienes nos han ofendido? Quizá porque aún no entendemos la necesidad y la importancia que verdaderamente tiene el practicar el perdón diariamente en nuestra vida.

Cuando lo discípulos andaban con Jesus, y le pidieron que les enseñara orar, Jesucristo les enseño como modelo de oración el Padre Nuestro. Y una parte importante de esa oración es: “Y perdónanos, ASI como TAMBIEN nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Por qué esperamos que Dios nos perdone, cuando nosotros no somos capaces de perdonar? De verdad creemos que nuestra conducta indiferente y apartada no ofende a Dios?

Jesucristo nos lo dijo muy claro:

25Y cuando estéis orando, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestras transgresiones.
26Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos perdonará vuestras transgresiones. Marcos 11:25-26

Asi de fácil nos lo pone Jesus, si nosotros no perdonamos, tampoco Dios nos perdonará, y a cambio nos entregará a los verdugos, a los tormentos, en donde no podremos encontrar paz en nuestro corazón. Hemos escuchado cientos de veces decir que el perdón no es para el beneficio de quien nos ofendió, sino para nosotros mismos, y aún así, no lo creemos y no podemos hacerlo. Por qué es tan difícil perdonar? Será porque creemos que nosotros somos casi perfectos y que jamás ofenderíamos a nadie?

Hay tres razones importantes del porque a la mayoría de las personas nos cuesta tanto perdonar.

Primero, no comprendemos que si no perdonamos, Dios Padre no nos perdonará y eso nos mantendrá alejados de El, de sus bendiciones y favor. Además nuestras oraciones no serán escuchadas, es como si Dios nos tuviera en “mute”, podemos clamar, gritar, chillar y Dios se nos queda viendo y diciéndonos: “Ya vas a perdonar?, para ahora si escucharte hijo mío y darte el descanso que necesitas”.

Segundo, porque somos tan orgullosos que nos creemos mejores que los demás, y no creemos que se merezcan nuestro perdón. Y muchas veces confundimos la dignidad con el orgullo. Si supieramos como le desagrada a Dios el orgullo, tanto, que resiste a los orgullosos, pero da gracia a los humildes.

6Pero El da mayor gracia. Por eso dice: DIOS RESISTE A LOS SOBERBIOS PERO DA GRACIA A LOS HUMILDES. Santiago 4:6

En otras versiones dice: “Dios ve de lejos a los soberbios y orgullosos”. Que triste es que Dios nos vea de lejos, si queremos ser la niña de sus ojos, alguien a quien jamás le quite su mirada, que nos cuide, que este al pendiente de nosotros, debemos APRENDER a ser mansos y humildes de corazón, capaces de perdonar. Esto traerá descanso para nuestra alma.

29Tomad mi yugo sobre vosotros y APRENDED de mí, que soy manso y humilde de corazón, y HALLAREIS DESCANSO PARA VUESTRAS ALMAS. Mateo 11:29

Jesucristo nos dice que debemos APRENDER de EL, a ser mansos y humildes; porque no es algo que se nos de natural. Y cuando aprendemos a ser mansos y humildes, EL promete descanso, paz, para nuestra alma.
Además, no queremos que El Dios grande y poderoso nos vea de lejos. Queremos ser lo que EL nos dice, que somos la niña de sus ojos, pero cuando somos orgullosos y soberbios, El nos ve de lejos. Ojalá pudiéramos entender esta gran verdad, de cómo Dios da gracia a los humildes, a los de corazón limpio y puro. Jamás sentiremos perdonar, y quizá la persona que nos ofendió tampoco se lo merezca. Pero no se trata de eso, nosotros hemos ofendido a Dios, trasgredido una y otra vez sus mandamientos, y El sigue extendiendo su misericordia hacia nosotros, un amor inmerecido.

La misericordia de Dios es nueva cada mañana, y el espera que nosotros también la extendamos a los demás. Su misericordia es NUEVA cada MAÑANA!!, y nosotros tenemos resentimientos y rencores de meses y hasta años atrás. Esto no debe ser así, no debemos permitir que el sol caiga sobre nuestro enojo, no debemos permitir que pase un día sin arreglar la situación y perdonar. El perdón es algo que se debe de ejercitar diariamente, ya que un resentimiento guardado por largo tiempo, se convierte en raiz de amargura que contamina a muchos. Y es el resentimiento, convertido en amargura el tercer punto que nos impide perdonar.

Tercero, cuando hemos dejado que el resentimiento se anide en nuestro corazón, este produce una raiz de amargura que contamina nuestra propia mente, corazón y cuerpo; y a muchos de los que nos rodean. Es la amargura en el corazón, que se convierte en enojo, lo que no permite que podamos extender el perdón hacia los demás. Cuando no hemos ejercitado el perdón a lo largo de los meses y años, el corazón se va endureciendo de tal manera que la persona se vuelve irritable por cualquier situación, y no experimenta el beneficio de la verdadera paz de Dios. Un corazón endurecido, no puede dar ni recibir AMOR, tampoco hay gozo; esto se contrapone a la amargura.

Dios nos da una advertencia:

14Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
15Mirad bien de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean contaminados; Hebreos 12:14-15

Debemos buscar la paz con todos, y la santidad (separarnos para Dios), porque sin estas dos cosas nadie verá al Señor.

Ojalá que como dice Santiago, podamos ser HACEDORES de la Palabra de Dios, y no solamente OIDORES engañándonos a nosotros mismos. Si ya hemos identificado estos tres puntos por los cuales batallamos para perdonar, pidámosle a Dios que nos ayude a dar ese perdón. Al humillarnos, el nos dará mayor gracia. Cuando confesamos nuestro pecado a Dios, El es fiel y justo para perdonarnos. Pidámosle perdón a Dios hoy, por todos estos dias, meses o quizá años que hemos retenido el perdón a esta persona que nos ofendió. Vayamos de rodillas pidiéndole perdón a Dios, que nos perdone por todo este tiempo que hemos desperdiciado, que hemos perdido, que no hemos tenido paz ni armonía con los demás, que hemos dejado que nuestras relaciones se deterioren o destruyan, por el orgullo o ese resentimiento arraigado en nuestro corazón que ya sea ha convertido en amargura.

Cuando perdonamos a los demás, Dios también nos perdona a nosotros, y nos hace libres para poder volver a AMAR y recibir el AMOR de los demás. Al que mucho se le perdona, mucho ama; pero al que poco se le perdona, poco ama. Quieres que te amen mucho?, entonces, perdona mucho!
No dejemos pasar un día mas sin perdonar a esta persona que nos ofendió, quizá es nuestra mamá, o nuestro hermano, o cónyuge, o un hijo; tal vez ese amigo íntimo o un socio en quién confiabamos.

Entendamos que todos somos imperfectos, y empecemos a practicar el perdón diariamente. No dejemos que ningún resentimiento se arraige en nuestro corazón. Aprendamos a dejar pasar la ofensa, y sintamos la libertad de amar y dejarnos amar incondicionalmente, asi, tal y como somos, con nuestras fortalezas y bondades, debilidades e imperfecciones. Bendiciones para ti y todos los que te rodean. Que cada día busquemos ser de bendición para los demás.

[Este mensaje fue inspirado por una conferencia de Charles Stanley. Búsca sus podcasts en I-Tunes Store: “Struggling with forgiveness” Marzo 2011.]

Facebook Comments

CLIC AQUI PARA DESCARGAR EL MENSAJE

Esta entrada fue publicada en Aflicciones, Mensajes, Prosperidad. Guarda el enlace permanente.

3 respuestas a Batallando para perdonar

  1. César robles dijo:

    Nuestro rencor y rabia pueden convertir un día o una vida en amargura…… No es fácil otorgar el perdón cuando te han hecho tanto daño, pero sólo Dios y el tiempo se encargan de eso, paz en los corazones y una mirada siempre adelante, hay personas que nos aman y confían en nosotros.

    • Ani dijo:

      Así es, y esa raíz de amargura por falta de perdón, puede crecer y contaminar a muchos. Si Dios ya nos perdonó a nosotros, y también a los demás, pagando con su vida entera; ¿quienes somos nosotros para retener el perdón? Que la misericordia y paciencia que Dios ha tenido con nosotros, la podamos extender a otros para vivir en paz… Dios te bendiga.

  2. anita pabon dijo:

    Dios les bendiga entre aqui buscando ayuda para bosquejos y me encanta sus escritos gracias porque atravez de los mismos tambien puedo aprender. Dios les bendiga.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *