Al Dios desconocido

 
 
   

Por Ana Maria GT
Junio 11, 2012

En uno de los viajes misioneros que Pablo hizo a Grecia compartiendo las Escrituras tanto a judíos como a griegos, se encontró en Atenas, ciudad llena de ídolos, un altar con esta inscripción: AL DIOS DESCONOCIDO.

16 Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía dentro de él al contemplar la ciudad llena de ídolos.
17 Así que discutía en la sinagoga con los judíos y con los gentiles temerosos de Dios, y diariamente en la plaza con los que estuvieran presentes.
18 También disputaban con él algunos de los filósofos epicúreos y estoicos. Y algunos decían: ¿Qué quiere decir este palabrero? Y otros: Parece ser un predicador de divinidades extrañas–porque les predicaba a Jesús y la resurrección.
19 Lo tomaron y lo llevaron al Areópago, diciendo: ¿Podemos saber qué es esta nueva enseñanza que proclamas?
20 Porque te oímos decir cosas extrañas; por tanto, queremos saber qué significan.
21 (Pues todos los atenienses y los extranjeros de visita allí, no pasaban el tiempo en otra cosa sino en decir o en oír algo nuevo.)
22 Entonces Pablo poniéndose en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, percibo que sois muy religiosos en todo sentido.
23 Porque mientras pasaba y observaba los objetos de vuestra adoración, hallé también un altar con esta inscripción: AL DIOS DESCONOCIDO. Pues lo que vosotros adoráis sin conocer, eso os anuncio yo.
24 El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos por manos de hombres ,
25 ni es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que El da a todos vida y aliento y todas las cosas;
26 y de uno hizo todas las naciones del mundo para que habitaran sobre toda la faz de la tierra, habiendo determinado sus tiempos señalados y los límites de su habitación,
27 para que buscaran a Dios, si de alguna manera, palpando, le hallen, aunque no está lejos de ninguno de nosotros;
28 porque en El vivimos, nos movemos y existimos, así como algunos de vuestros mismos poetas han dicho: «Porque también nosotros somos linaje suyo.»
29 Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la naturaleza divina sea semejante a oro, plata o piedra, esculpidos por el arte y el pensamiento humano.
30 Por tanto, habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan,
31 porque El ha establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres al resucitarle de entre los muertos.
32 Y cuando oyeron de la resurrección de los muertos, algunos se burlaban, pero otros dijeron: Te escucharemos otra vez acerca de esto.
33 Entonces Pablo salió de entre ellos.
34 Pero algunos se unieron a él y creyeron, entre los cuales estaban Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris y otros con ellos.
Hechos 17:16-34

Pablo conocía a ese Dios de quienes muchos hablaban e inclusive adoraban, pero sin saber quién era. Me gusta la forma en que Pablo les dice: ese Dios que ustedes no conocen, es el mismo Dios que yo les anuncio. Pablo, antes Saulo, viene anunciando al Dios Verdadero desde que tuvo ese encuentro con Jesús, mientras se dirigía a Damasco persiguiendo a los cristianos para matarlos y encarcelarlos. ¡Que transformación hizo el Espíritu Santo en Pablo después de ese encuentro con Jesús!

Ese Dios, al que algunos judíos y griegos adoraban como “El Dios desconocido”; es el que Pablo anunció hace casi dos mil años, y de quién escribió en sus cartas a las diferentes iglesias de creyentes en Roma, Corinto, Galacia, Efeso, Filipos, Colosas y Tesalónica. Algunos se unieron a Pablo y le creyeron, pero algunos otros no, esto sigue sucediendo hoy.
El apóstol y evangelista Juan, también supo exactamente quien era ese Dios, el Verdadero, al que muchos desconocían antes y siguen desconociendo hoy.

20 Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento a fin de que conozcamos al que es verdadero; y nosotros estamos en aquel que es verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna.
21 Hijos, guardaos de los ídolos.
1 Juan 5:20-21

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